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La IA y el impacto laboral, ¿los robots competirán por tu trabajo?


Cada vez son más las tareas que pueden asumir los ordenadores y que no precisan de la intervención de trabajadores humanos. Para algunos analistas, la revolución tecnológica que se avecina nos librará de las tareas más pesadas, promoverá nuestra faceta creativa y permitirá que disfrutemos más y mejor de nuestro tiempo. Para otros, nos encontramos en la antesala de una crisis global sin precedentes, propiciada por una desaforada automatización, en la que se perderán cientos de millones de empleos de todo tipo y se acrecentarán las diferencias sociales.

¿Aliado o enemigo en el mercado laboral?
Aunque hace ya tiempo que los líderes de las principales potencias económicas piden asesoramiento sobre los efectos y las consecuencias que tendrá para nuestra sociedad la inteligencia artificial (IA) y su implementación en todo tipo de procesos, la irrupción de este asunto en la calle, en las tertulias de amigos y las conversaciones familiares es bastante reciente. Una de las principales preguntas que nos hacemos alrededor de unas cervezas es esta: ¿llegarán los robots a quitarnos el trabajo?

Pero, según distintos estudios, el interrogante capital quizá debería ser el siguiente: ¿cuándo los robots harán todo nuestro trabajo?
La revolución robótica: ¿un futuro prometedor o una amenaza inminente?
Estamos en los albores de una nueva revolución, y esta situación, la de encontrarse caminando irremisiblemente hacia algo de consecuencias desconocidas, siempre produce desasosiego. Desde la Revolución Industrial, la población mundial no se enfrentaba a un proceso que se sabe cómo comienza –de hecho, ya estamos experimentando algunos de los efectos de la implantación de la automatización– pero no cómo acaba.

Aun así, parece que, en principio, deberíamos ser optimistas en nuestras expectativas. Es posible que los robots acaben ocupando casi la totalidad de los actuales perfiles laborales, pero ello no significa necesariamente que los humanos vayamos a quedarnos sin medios para afrontar nuestro día a día.

La velocidad del cambio tecnológico
En la actualidad, la inteligencia artificial se centra en áreas como simuladores estratégicos, traducción de idiomas, vehículos autónomos y reconocimiento de imágenes. También está detrás de muchos servicios comerciales, caso de la planificación de viajes, los sistemas de recomendación para las compras online y los anuncios personalizados que aparecen mientras navegamos por internet.

Además, está encontrando aplicaciones importantes en el diagnóstico médico, la educación y la investigación. Puede decirse que, hasta ahora, esta tecnología nos ha traído beneficios sociales y ha contribuido a revitalizar la economía.

Pero esta solo es la primera fase en su desarrollo. La inteligencia artificial que hoy nos ayuda en distintas tareas se conoce como IA algorítmica. A medio plazo, la denominada IA autónoma será capaz de comportarse como nosotros y presentará, al menos, nuestras mismas habilidades cognitivas. Eso sí, analizará datos y tomará decisiones con una precisión, rapidez y seguridad muy superiores.

De la IA algorítmica a la IA autónoma
No obstante, aún tardará en llegar. Y además lo hará de manera gradual. Cuando se inventó la máquina de vapor, los más imaginativos ya adivinaban un futuro en el que nos desplazaríamos en artilugios que nos transportarían velozmente de un lugar a otro. Sin embargo, pese a que podía ser más o menos evidente que tal cosa acabaría sucediendo, el carro de caballos siguió existiendo durante mucho tiempo y, con él, los carreteros, los leñadores, los criadores y cuidadores de equinos, los herreros, los veterinarios, los fabricantes de aperos y sillas de montar… De hecho, estas actividades todavía perduran en nuestros días, aunque en mucha menor medida que en el siglo XIX. Lo mismo ocurrirá cuando se vaya implementando la IA.